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Lo sé. Se acercan las fiestas y, si llevas un tiempo cuidando tu alimentación, seguro que te echas a temblar solo de pensarlo. Quizá ya has adoptado unos hábitos saludables que no quieres tirar por tierra en unos días, e incluso te da miedo coger peso con las comilonas a las que no estás acostumbrado. ¡Calma! Lo primero es recordar que, aunque nos pasemos en esa cena o comida, o incluso en el conjunto de eventos navideños, estos días no son algo significativo en el conjunto del año. Lo segundo, recordarnos qué es lo importante en estos días: conectar, compartir, disfrutar. Enfréntate a la Navidad con ilusión, con ánimo y con ganas de celebrar. Estos pequeños trucos te ayudarán a superar las fiestas sin caer en el exceso.

Si eres tú el que cocina

Las comidas y cenas navideñas ya son muy contundentes de por sí, con mucha proteína animal y grasa. Para intentar aligerarlas, si eres el anfitrión opta por unos entrantes más ligeros, como ensaladas, verdura, carpaccios de vegetales, que aporten minerales, vitaminas, jugosidad y frescor para contrarrestar los principales más densos. En el blog tienes muchas ideas que pueden servirte para los aperitivos, como este baba ganoush con higos secos que está delicioso.

 

Si no puedes elegir el menú

Si vas como invitado, enfréntate a la comida o cena con ligereza emocional, sin pensar demasiado en si es más o menos saludable. Aprovecha para conectar con el resto de personas que se sientan alrededor de la mesa, y ante toda la oferta que haya de entrantes y platos, elige lo que más te guste primero y saboréalo con atención y disfrute. Si te han pedido que lleves el postre, prueba con el brownie low carb, sin lácteos ni harinas, que siempre triunfa, estos bombones veganos con praliné de chocolate o estas trufas de té matcha y coco

 

Cuídate

Decir que no quieres repetir, o que prefieres una ración más pequeña es cuidarte. Es una forma de respeto hacia ti mismo y también hacia los demás. Exprésate y dilo con cariño y respecto; si lo haces así, nadie debería sentirse herido. Prueba a decir, por ejemplo: «seguro que está buenísimo, pero ahora mismo prefiero probar este otro plato» o «te agradezco el ofrecimiento , pero me siento suficientemente saciado, no me apetece más o prefiero tomar una ración más pequeña».

Igual que no te gusta que lo hagan contigo, no animes a otras personas a seguir comiendo. Respétate a ti y respeta a los demás, siendo conscientes de que cada uno sabe y siente cuándo tiene que dejar de comer, y animarnos entre todos a comer más de la cuenta no beneficia a nadie.

 

Masticación

Haz una masticación larga: con la masticación se produce la primera digestión, pues las primeras enzimas digestivas se producen en la saliva. Masticar mucho, hasta que cada bocado quede «hecho puré» es importante no solo para que al estómago le llegue el alimento más digerido y tenga que trabajar menos, si no también porque al darle más tiempo, permitimos que el cuerpo nos mande la señal de sentirse suficientemente saciado, y dejemos de comer. Si comemos con prisa y rápidamente, seguramente la señal de saciedad llegue cuando ya hemos comido más de lo que necesitábamos.

Date tiempo

Deja los cubiertos entre bocado y bocado, eso te ayudará a comer lo que verdaderamente necesitas, sin pasarte y, sobre todo, a disfrutar de los demás y de la experiencia gastronómica, que es el objetivo fundamental de estos encuentros en los que lo social tiene más peso que lo meramente nutricional.

Al día siguiente

Y después de una comilona o súper cena, ¿qué podemos hacer? Bebe agua, muévete y aunque sea la hora y «toque» desayunar, comer o cenar, pregúntate: «¿realmente tengo hambre?». Conecta con tus sensaciones corporales y no tanto con lo que «debes» o «no debes hacer». El ayuno puede ayudarnos, si no lo enfocamos como una imposición exterior sino desde la conexión con tus sensaciones corporales.

 Un abrazo,

Verónica