Si vuelvo la vista atrás y recorro mi vida, me doy cuenta de que han sido un cúmulo de eventos los que, como células que se unen orgánicamente, han contribuido a crear quien soy hoy. Esta suma de vivencias me han ayudado a crecer y a iniciar un viaje, en el que continúo, y en el que cada día encuentro un poquito más de serenidad y equilibrio.
 

Ahora sé que la clave del bienestar está en la actitud frente a lo que nos trae la vida y la capacidad para afrontarla como un contínuo aprendizaje. Pero esto no siempre fue tan sencillo de entender para mí. Una de las experiencias vitales que más me marcó (y que siento con orgullo superada) fue una anorexia nerviosa que me acompañó desde mi adolescencia hasta bien entrada la veintena, con idas y venidas, recaidas físicas y emocionales, siempre pendiente del número en la báscula y mi imagen en el espejo.

Si vuelvo la vista atrás y recorro mi vida, me doy cuenta de que han sido un cúmulo de eventos los que, como células que se unen orgánicamente, han contribuido a crear quien soy hoy. Esta suma de vivencias me han ayudado a crecer y a iniciar un viaje, en el que continúo, y en el que cada día encuentro un poquito más de serenidad y equilibrio.

 

Ahora sé que la clave del bienestar está en la actitud frente a lo que nos trae la vida y la capacidad para afrontarla como un contínuo aprendizaje. Pero esto no siempre fue tan sencillo de entender para mí. Una de las experiencias vitales que más me marcó (y que siento con orgullo superada) fue una anorexia nerviosa que me acompañó desde mi adolescencia hasta bien entrada la veintena, con idas y venidas, recaidas físicas y emocionales, siempre pendiente del número en la báscula y mi imagen en el espejo.

Otro hecho importante en mi vida fue la temporada que pasé con constantes infecciones que no cesaban incluso con antibióticos. Decidí acudir a la consulta de un médico ortomolecular y gracias a nuevas pautas de alimentación y con suplementos naturales, mi sistema digestivo recuperó su equilibrio y las infecciones desaparecieron. En ese momento entendí la alimentación desde una nueva perspectiva que no era la de la imagen corporal y el peso, sino la de la salud y el bienestar.

La maternidad ha sido otro de los hitos importantes en mi vida y con los que más he aprendido. Mateo, mi primer hijo, supuso un nuevo despertar como madre y trajo consigo una nueva consciencia de la crianza y la educación. Pero como todo aprendizaje no estuvo exento de dolor: un parto que no fue como esperaba y una lactancia dolorosa me llevaron a querer entender mejor esta etapa vital. Y decidí formarme como doula y asesora de lactancia, para poder así acompañar y apoyar a otras mujeres en este proceso.

Mi vida laboral también ha pasado por varias etapas. Después de varios años trabajando en el sector cinematográfico, con casi 30 años, decidí reinventarme profesionalmente. Sin embargo, por entonces (antes de mi maternidad) no me conocía suficientemente (¿acaso uno acaba de conocerse del todo alguna vez?) y, en vez de mirar con profundidad hacia dentro, buscando mi propósito vital, mi SER, opté por simplemente pensar cómo podía aprovechar las aptitudes adquiridas hasta entonces, con lo que ya sabía HACER. Y empecé a trabajar como asistente de dirección en una conocida consultora.

Pasaron casi 7 años en aquella multinacional y yo ya empezaba a sentir que necesitaba un cambio, aunque no sabía bien hacia dónde. Una mañana, pocos días después de enterarme de que mi segunda hija crecía dentro de mí, me desperté con el recuerdo de un sueño que sentí muy real: tenía mi propia casa de retiro, preciosa, en plena naturaleza, donde recibía a familias, grupos, parejas. Ofrecía clases de cocina, organizaba retiros de yoga, y cada persona que venía se sentía atendido, mimado y cuidado.